Al finalizar la tarde del pasado 3 de septiembre del 2020, Edgar Núñez, observó desde su casa en el corregimiento Las Huertas, zona rural de Sincelejo; un señor que adelantaba oficios de poda y veía como el resultado de la acción amenazaba con caer sobre el techo de su vivienda; sin pensarlo dos veces, se ofreció a colaborarle pero con tan mala suerte que cuando el árbol caía, él se resbaló, no alcanzó a correr y le cayó sobre la espalda, ocasionándole una grave lesión cervical de primer grado.
Visiblemente emocionado don Edgar, recuerda esos trágicos momentos y le es imposible contener las lágrimas: “no tengo con qué pagarles, cuando llegué a la Urgencia de la Clínica Salud Social, el turno mío era el quinto y el camillero que me recibió, pidió el favor a los demás pacientes para que me cedieran el primer puesto y me atendieran inmediatamente y todos accedieron; después que me revisó el médico general, avisó y a los pocos minutos, el doctor Botero estaba ahí”.
Las horas fueron pasando y fue trasladado a la pieza 26 de la UCI, donde sentía como sus esperanzas se iban desvaneciendo, cuando observaba las caras preocupadas y escuchaba comentarios sobre las consecuencias que le podría dejar el accidente, durante los próximos dos días no durmió; sin embargo, la dedicación y la entrega de todo el talento humano no sólo le devolvieron las fuerzas sino el ánimo necesario para superar la delicada intervención quirúrgica a la que fue sometido por más de ocho horas y el tiempo que duró su recuperación.
“No tengo quejas de ninguno, todo lo que necesitaba me lo daban, duré en pieza única por más de 20 días, incluso aceptaron que me quedara solo en las noche porque tengo una hija que pasaba en el día conmigo y todos estaban pendiente de mí”
Sorprendido relata que cuando fue dado de alta se enteró por sus familiares que el dr Botero les había informado la complejidad y el riesgo de la operación de columna a la que fue sometido; pero su hijo prefirió dar la autorización a verlo sufrir.
Ahora enfatiza sonriendo “Diosito aquí me tiene”.
Se define como una persona del campo y relata que durante su convalecencia sus familiares y cercanos les regalaron muchas almohadas y entre risas declara que ni siquiera sabe dormir con ellas, aunque su positiva recuperación ha sido progresiva con nostalgia refiere que no podrá volver a montar en bestia.
““Me bañaban tres enfermeras, me afeitaban, todavía me llaman para saludarme y darme ánimo; les agradezco tanto porque el positivo comportamiento de todos fue esencial para mi recuperación, por eso no me canso de recomendar: Clínica Salud Social”.
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